Carta del Lector

A 80 años de Hiroshima, el rearme nuclear va en aumento

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Mientras Japón recuerda los bombardeos atómicos que devastaron a Hiroshima y Nagasaki hace 80 años, aumenta la carrera armamentista con armas nucleares.

Devastación y muerte en Hiroshima. Imagen picture-alliance /dpa

​​“En ese momento vi un destello azul y blanco en la ventana. Al instante sentí que flotaba en el aire. La onda expansiva de la detonación nos lanzó por los aires.”

 

Así describió la activista antinuclear de 93 años, Setsuko Thurlow, el momento de la detonación de la bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 a las 8:15 a.m., en una entrevista con DW realizada hace algunos años.

 

Entre 90.000 y 136.000 personas murieron en ese momento o sucumbieron posteriormente a sus graves heridas. Setsuko Thurlow tenía entonces 13 años y era estudiante. Desde entonces no ha dejado de contar una y otra vez el horror de aquel día que lo cambió todo.

 

“Poco a poco pude distinguir figuras. Eran personas. Pero no se veían en absoluto como personas. Tenían los cabellos de punta. Estaban cubiertas de sangre. La piel y la carne colgaban de los huesos. Faltaban partes enteras del cuerpo. Y alguien caminaba por ahí sosteniendo sus ojos en las manos,” continuó Thurlow. Sus padres sobrevivieron, pero su hermana y una sobrina murieron a pocos días de la explosión.

 

Thurlow ha dedicado su vida a la lucha contra las armas nucleares, convirtiéndose en una figura destacada de la organización Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN). Esta coalición fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2017. Thurlow pronunció el discurso principal.

 

Activista anti-nuclear y sobreviviente de Hiroshima, Setsuko Thurlow, recibiendo el Premio Nobel de la Paz en 2017, en nombre de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) Imagen: Odd Andersen/AFP/Getty Images

Como el gobierno japonés no se rindió incondicionalmente tras el bombardeo de Hiroshima, el gobierno estadounidense decidió lanzar una segunda bomba mucho más poderosa.

 

Inicialmente, la ciudad portuaria de Kokura era el objetivo, pero debido al mal tiempo, el bombardero cambió de rumbo y la lanzó sobre Nagasaki el 9 de agosto.

 

Decenas de miles de personas murieron de inmediato y poco después, la Segunda Guerra Mundial terminó también en Asia. Cientos de miles de sobrevivientes a las bombas atómicas han sufrido durante toda su vida las secuelas, como quemaduras, cáncer o malformaciones causadas por la radiación.

 

Desde 1947, cada 6 de agosto a las 8:15 a.m. se hace sonar la “Campana de la Paz” en Hiroshima en el marco de una ceremonia para recordar a los fallecidos. Como parte del ritual, el alcalde en funciones hace un llamado a la abolición de las armas nucleares y exhorta a luchar por la paz mundial.

 

En su “Constitución de Paz” adoptada en 1946, Japón se compromete a no volver a incursionar en la guerra y en 1967 el país adoptó los “Tres Principios No Nucleares”, que rechazan la posesión, producción e importación de armas nucleares.

 

El historiador militar y experto en Japón Takuma Melber, de la Universidad de Heidelberg, calificó en una entrevista con DW el recuerdo de los bombardeos como un “evento central de la cultura de la memoria” para la nación.

 

“En Japón el recuerdo de los bombardeos atómicos mantiene vivo el mensaje de paz. Es decir, ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más el uso de armas nucleares! Japón debe ser un país que aboga por la paz en el mundo.”

 

Takuma Melber, historiador militar y experto en Japón Imagen: Takuma Melber

“Japón es una nación marcada por el destino de las catástrofes nucleares. Se relacionan los bombardeos atómicos con la catástrofe del reactor de Fukushima en 2011. Japón como víctima de la aplicación tecnológica nuclear, tanto en lo militar, como en lo civil.”

 

Después de la guerra, Japón y EE.UU., antiguos enemigos, se acercaron nuevamente. Estados Unidos nunca se ha disculpado. Japón no pertenece a ninguna alianza militar multilateral como la OTAN, pero es un socio cercano. Estados Unidos es una potencia nuclear, pero también protectora de Japón, que no posee armas nucleares. Actualmente, unos 54.000 militares estadounidenses están estacionados en Japón. Su misión es contribuir a la defensa del país y garantizar su seguridad. (Reproducción parcial de artículo de DW autor Volker Witting).

 

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